La forma en cómo nos relacionamos con nuestros hijos influye en el concepto que se van formando de Dios. Cuando el hijo pródigo volvió a la casa de su Padre, este lo recibió con los brazos abiertos. De la misma manera debemos actuar nosotros. NUNCA debemos manipular emocionalmente a nuestros hijos para tratar con su rebeldía. NUNCA disciplinemos retirando nuestro amor. NUNCA dejemos de hablarles…
Nuestro amor por ellos no depende de cómo se porten. Al amarlos incondicionalmente, estaremos tratando la rebeldía como Dios manda.
En esta enseñanza aprenderemos:
- Qué no hacer para tratar la rebeldía de nuestros hijos.
- La importancia de afirmarlos con nuestras palabras y de pedirles perdón cuando nos equivocamos.
El abuso verbal es tan destructivo como el físico. La disciplina no consiste en gritos, amenazas o expresiones desmedidas de enojo. Los gritos dejan cicatrices en el alma del niño. Si deseas tener un hijo fracasado e inútil, empieza a llamarlo así…
No tomamos conciencia del poder de nuestras palabras. Pero lo cierto es que, lo que les decimos a nuestros hijos hoy, los perseguirá durante toda la vida.
¿Cómo estamos hablándoles a nuestros hijos? ¿De qué manera estamos poniendo límites?
Si observamos en nuestros hijos algo que no nos gusta, la primera pregunta que deberemos hacernos es: ¿Lo aprendió de mí?
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