Jorge Arturo Martínez González, diciembre 2024.
Navegantes Monterrey
De niño, encontré a Jesús por primera vez en un kínder católico, como canciones -dentro de una docena
de rondas infantiles como “Doña Blanca” y demás temas para ayudar a los juegos- así que lo tomé como
un personaje más para jugar. Luego en primer grado de primaria, proyectaron en el salón polivalente, la
película sobre su muerte y se me quedo grabado el momento en que la gran piedra es quitada (con la
canción melosa que tocaba en el fondo) y como, de la cueva salía una gran luz. Recuerdo haber quedado
impresionado con aquello, pero la verdad, muy pronto descubrí que, en la pantalla, Superman podía volar,
así que la historia de Jesús quedó también en el cajón de las curiosidades. Poco a poco -nunca lo hubiera
imaginado- en la vida de adolescente y de adulto, me habría de encontrar con El por todos los flancos.
Y es que, en la vida diaria de los mexicanos y las personas en todo el mundo por igual, en la cultura, en la
ciencia y la búsqueda de sentido en el hombre, nos topamos siempre con Jesús, el carpintero de Nazareth,
el que fue crucificado, muerto y resucitado, acorde a la leyenda, al tercer día, hace algo más de 2000 años.
Pero cabe preguntarse: ¿Quién es Jesús? De verdad, habrá que preguntarse quién es este Jesús, y
¿porque nos persigue? Por más que uno quiera sacar la vuelta al personaje, sigue apareciendo aquí y allá
y en todo lugar.
Ninguna religión presenta un líder que declara ser el centro de ésta y ningún líder murió joven y en
condición de sufrir hasta la muerte (ni Mahoma, o Abraham, o Gandhi, o Krishna, Zaratustra o Buda). Las
últimas palabras de Buda al morir fueron “sigue trabajando en tu liberación” pero las de Jesús – estando
en la cruz seis horas, en vez de los varios días que les tomaba a otros con ese mismo castigo- fueron
palabras difíciles de inventar por un hombre común: “todo está terminado”.
En un famoso mensaje del Pastor Billy Graham ofrecido en Chicago en 1971, con un estadio repleto él
hace esta pregunta: ¿Quién es Jesús? Y cita el pasaje de Lucas 11:29 en el cual Jesús habla de “La señal
de Jonás” (que sería “muerto” dentro de la ballena, pero en tres días viviría otra vez), y luego declara:
“¡pero alguien mayor que Jonás está aquí!, ¿Quieren señal maravillosa? ¡Pues Yo soy la señal! ¡Yo tengo
más sabiduría que Salomón! Y Yo soy la verdad, Yo soy el Camino, Yo soy la Vida”. ¿Quién más en la
historia humana ha hablado con tal presunción, haciéndose a sí mismo el Centro de todo, del mensaje, de
la iglesia, de la vida y del universo!?
¿Es Jesús un héroe revolucionario, nada más, un filósofo? Sólo vivió 33 años, nunca viajó más de 100
millas, no recibió ninguna educación formal, ningún grado. Su estrategia -para lograr ser la marca más
conocida del mundo a 2000 años de su muerte- no es como lo hubiera hecho McKinsey, más bien todo lo
contrario: darles su mensaje a 12 pescadores y encargarles llevarlo por el mundo entero, de uno en uno,
viajando a pie, sin llevar alforja alguna ni dinero.
En su tiempo dijeron que era un loco, algunos lo llaman el primer hippie: tenía los cabellos largos, andaba
en sandalias y vivía en una comuna con amigos. 1500 años antes que naciera, profetas hablaron de Él, y
lo hicieron con toda exactitud (más de 400 profecías se cumplieron al pie de la letra, lo cual tiene la misma
probabilidad de que un padre de familia viaje por sí solo a la luna); mencionaron que no sería atractivo y
que sería muerto en la cruz, que los guardias echarían suertes por sus ropas y así ocurrió.
Era hombre común y corriente para tener hambre, sufrir sed y cansancio; experimentó las alegrías de la
amistad, así como miedo y dolor, llorando por sus amigos que habían muerto; no obstante, dijo que nadie
encontraría falta en El, aunque fue contado entre transgresores al ser declarado culpable de muerte; pero
Él dijo que Él era el Hijo de Dios encarnado, que sería crucificado y resucitaría. En las crónicas y los récords históricos se ha comprobado que lo mataron por tres cargos: el primero fue porque amaba a los
pecadores, el segundo fue por sanar enfermos en el día de reposo, y el tercero por decir que era el Hijo
de Dios. No sólo dijo eso, sino que argumentó su propia preexistencia y dijo con claridad que ¡Él era Dios!
Hay relatos en la documentación de ese tiempo en los que se describe su autoridad sobre los elementos,
la vida y la muerte, los mares, el aire y el fuego. Hubo muchos testigos que le vieron calmar el mar y
mostrar poder sobre la naturaleza, regresar el rayo a su nube y arrancar las enfermedades y los demonios
de los hombres que se le acercaban, sólo con su palabra. Llevó al ciego a ver y al sordo a oír, y muertos
fueron levantados a su paso.
Ningún otro profeta, ni ningún otro líder ha dicho que perdona los pecados y ninguno ha dicho que toda su filosofía está basada en Su Persona y que todo se trata de Él. O es un maníaco egoísta o un mentiroso o es -y esta es la explicación más chocante para la mayoría- lo que Él dijo ser.
El budismo o el islam te salva no por lo que Buda o Mahoma hizo sino por lo que enseñó (sí hicieron cosas, pero no para salvar sino solo para validar lo que decían). Todas las demás religiones -tres docenas de ellas- comparten el mismo rasgo: “Haz lo que el Profeta dijo que hicieras o haz lo que el Profeta hizo”, solo el cristianismo te salva por el acto que hizo el Profeta (Jesús). En las demás religiones, debes estar
temblando de miedo pues no sabes si habrás llegado al estándar de lo que la enseñanza pide, pero en el
cristianismo, no depende de ti, de que hagas o no hagas, sino de creer en lo que hizo Jesús.
En el asunto de su resurrección, el evento es único. Los judíos confiaban en la resurrección de todos los
muertos que creen, pero al final de los tiempos, y no en la mitad de la historia ni tampoco de un solo
hombre. Si quisieras construir una religión en base a la resurrección del profeta, sería absurdo, por lo
chocante e imposible del hecho. Además, no resucitó con su cuerpo (ni era un “fantasma” pues lo tocaban
y comía), pues los testimonios hablan de una persona que pasaba por las paredes y que al final de 40 días
después de volver de la muerte, voló hacia el cielo.
Hay testimonios de muchos cientos de personas que lo vieron caminar, comer y hablar después de su
muerte por un período continuo de 40 días y en un episodio, más de 500 personas lo vieron a la vez (no
existe ningún suceso documentado de una alucinación conjunta de 500 personas en la historia humana).
Pero la mayor prueba a favor de la evidencia de su resurrección es que apareció por primera vez a cuatro
mujeres (que en esas épocas sufrían de una carencia absoluta de credibilidad, por su género). Nadie que
hubiese querido hacer la historia creíble hubiese inventado este descalificador detalle.
Si tuvieras que encontrar una piedra angular alterna a la resurrección para construir el cristianismo ¡no la
hay! Solo esta esa. Ninguna religión o movimiento se atrevería a decir o a pensar que su líder moriría y
¡menos que viviría otra vez! También hay que preguntarse porqué tantos estuvieron y aún muchos están
dispuestos a morir por esta historia y por este líder. A ningún otro movimiento le ha pasado eso, ni de cerca.
Es muy raro para esa época que hubiera tal unanimidad de opinión respecto al hecho de su resurrección.
En los historiadores no hay debate alguno respecto de esa historia y se convirtió en un récord inmediato
en todos los anales de la historia y entre cronistas a favor y en contra. El conocimiento del evento fue
además general, parecería que todos supieron lo que paso ese fin de semana en Jerusalén.
Su nacimiento, hablando del impacto cultural que ha tenido, marca el año en que vivimos, en el 80% de
las culturas del mundo. Está en la literatura, en los tratados de historia, está en las películas, las novelas,
en el teatro (y son cientos de obras en todos los idiomas y en todas las variedades sobre Jesús, década
tras década) y en las iglesias de cualquier país. Hay cientos de poemas y canciones sobre El; sus dichos
están en la cultura pop en todos los idiomas (poner la otra mejilla, ver la paja en tu ojo primero, el beso
traidor y docenas más). Dos terceras partes de los elementos de la cultura pop tiene que ver con El directa
o indirectamente, empezando por la cruz en la que murió. En las películas y en la vida real, la gran mayoría
de las expresiones de asombro y de susto llevan a pronunciar su nombre.
Documentales serios surgen cada lustro volviendo al tema de Jesús, porque nadie se puede explicar a
cabalidad lo que El representa. El misterio sigue vivo hasta el día de hoy.
Jesús ha salido en las portadas de la revista Time desde su fundación más de 50 veces, y todas plantean
esta pregunta: ¿Quién es Jesús? Hace unos días, esta revista le dedica una edición especial, de 100
páginas, con nueva evidencia documental y arqueológica. Lo vemos en la ópera Godspell y en el musical
JesusChrist Super Star en Broadway desde principios de los años 70´s. Recientemente (2023), ha tomado
mucho revuelo la serie de Netflix “The Chosen”, que cuenta una historia realista sobre El. La mayoría de
las grandes películas tienen un plot que sigue muy de cerca la historia de Jesús (Star Wars, El Señor de
los Anillos, The Matrix, Dune). No hay obras, ni óperas, ni películas sobre Buda, ni sobre Mahoma, o
Zaratustra o nadie más y solo un par de películas de Gandhi y de otros líderes, pero para Jesús hay una
producción en algún lugar casi cada mes del año.
Judas -el discípulo que lo traicionó- pregunta en la obra de Broadway, cantando: “no me malinterpreten,
yo sólo quiero saber” y termina el segundo acto con el coro: “Jesus Christ… Super Star…Do you think You
are what they say You are?” Dos autores ingleses escribieron esta obra, Andrew Loyd Weber y Tim Rice
en1970. Se estrenó en Broadway y es contada irónicamente por Judas el Traidor.
No puedes escaparte de Él, nuestra generación no puede escaparse, termina surgiendo aquí y allá cada
año en todos los medios, en todas las conversaciones. Esta cohorte de jóvenes GenZ -y antes de ellos los
Millenials y antes los GenX- está obsesionada con El; en los campus de las universidades, los jóvenes
discuten sobre su vida y preguntan ¿quién es? Los grandes filósofos escriben sobre El, aun los que lo
odian como Nietzsche, y también los historiadores. Todos los arquitectos usan sus simbolismos para
construir, desde el Kremlin hasta Patagonia. ¿Por quéestá enclavado en nuestras conciencias y en nuestra
mente, por qué no puedes librarte de topártelo aquí y allá?
En el camino a Damasco, Pablo (o Saúl, su antiguo nombre) se cayó del caballo por una luz que le dejó
ciego y de inmediato preguntó: ¿quién eres Tú Señor? Y también preguntó, ¿qué quieres que haga?
La ética que enseñó Jesús nunca nadie la había enseñado antes ni nadie más lo ha hecho desde
entonces, porque es tan distante de la forma en que el mundo piensa: Amar a tu enemigo, poner la otra
mejilla; el perdón de todos a tu alrededor; buscar servir y ser el último y el enfoque en ayudar al pobre; el
que no sólo se juzgue lo externo sino lo interno y el advertir la intención de todas las cosas; la visión de un plano mayor y eterno. Además, exigió que vivieras así con tu prójimo, bajo esta filosofía, todos los días de tu vida.
Su pasión está ampliamente documentada. Le quitaron las ropas y le dieron 39 latigazos, con una corona
de espinas en la cabeza, se rieron de Él, se burlaron y le escupieron; con grandes clavos lo colgaron de la
cruz, pero Él dijo: “perdónalos, Señor, no saben lo que hacen”. Clamó seis horas después en su agonía:
“porqué me has abandonado” y luego dijo: “todo está terminado”. Al morir, los récords históricos confirman que la tierra tembló y los soldados dijeron, llenos de miedo: “debe ser el hijo de Dios”.
Él dijo que por ti iría a la cruz. La evidencia parece asegurar que está vivo. Esta evidencia es
sobreabundante de que Él es quien dijo que era, pero no se puede probar científicamente, sino sólo por el
método de la documentación legal y el testimonio de muchos testigos. Es un misterio, aún no está resuelto, pero no es como el DNA que, ya descubierto, todos lo aceptamos, sino que debe decidirse de forma personal, por cada individuo y disponerse a responder a la pregunta: ¿Quién es Jesús?, ¿Quién es Jesús?, ¿Quién eres Jesús?